Antecedentes de la previsión sanitaria
Cuando un médico de Murcia llamado José Pérez Mateos irrumpe en la escena profesional para presentar una audaz y a la vez sencilla propuesta que consolide de una vez el mutualismo sanitario, la preocupación sobre las consecuencias que el desamparo y el infortunio venían provocando en los médicos y en sus familias son cada vez más evidentes.
La década de los veinte toca a su fin y el extraordinario avance que experimentan las profesiones sanitarias, tanto en su nivel científico como en su prestigio social, no se ve secundado por su protección mutual. Es cierto que cada vez hay más organizaciones de previsión, pero son de ámbito local, sus prestaciones, insuficientes, y su continuidad, muy irregular.
La situación es claramente deficiente, pero, sin embargo, se detecta un clima de opinión muy favorable a crear una institución capaz de estructurar de modo amplio y general la previsión sanitaria. A ello contribuye el progresivo desarrollo que vienen experimentando los colegios profesionales, la imparable expansión del concepto de seguridad social y, sobre todo, la dramática realidad del médico, para el que la enfermedad, la invalidez o la muerte suponían más que desgracias personales auténticas tragedias familiares.
Se precisaba alguien capaz de liderar un movimiento que ya estaba casi conformado, alguien que pudiera presentar una solución definitiva a un problema real y persistente. Pérez Mateos lo logra enarbolando dos ideas seguramente inventadas pero a las que nadie hasta ese momento había otorgado la necesaria importancia: ámbito nacional y carácter obligatorio.
Estas tenían que ser las principales características de una nueva institución, una mutualidad que integrara a todas las existentes, que ejerciera las dos modalidades básicas de previsión social y benéfica mediante aportaciones de los asociados y que dispusiera del respaldo legal del Estado.
José Pérez Mateos lanza la propuesta definitiva de previsión social para aliviar el desamparo y el infortunio de los médicos
Muchos años antes -mejor dicho, siglos- de la enunciación teórica y definitiva de Previsión Sanitaria Nacional, los profesionales liberales habían empezado a plantearse la necesidad de autoprotegerse frente a la radical inseguridad de su existir. Los primeros precedentes apuntan a las edades antiguas, donde griegos y romanos habían desarrollado sociedades de socorro mutuo que, con el discurrir del tiempo, se convirtieron en las tres instituciones fundamentales de previsión que arrancaron en la Edad Media y llegaron hasta la Moderna: los gremios, las hermandades de socorro y los montepíos.